Crecen las especulaciones sobre el delicado estado de salud del dictador de Nicaragua, Daniel Ortega. Según fuentes extraoficiales, el mandatario estaría postrado en cama con una severa insuficiencia renal, lo que ha generado temor sobre una posible muerte inminente.
La ausencia de Ortega en un acto oficial el pasado domingo por el aniversario del natalicio de Augusto C. Sandino, líder revolucionario nicaragüense, avivó los rumores sobre su grave condición. Un periodista local, bajo anonimato, confirmó a El Espectador que "Ortega debió participar en ese evento y no estuvo, lo que comenzó a generar los comentarios sobre su posible fallecimiento".
Analistas advierten que, en caso de que Ortega muriera, su esposa y actual vicepresidenta, Rosario Murillo, podría instaurar un régimen aún más represivo para asegurar su continuidad en el poder. Según el periodista Sergio Marín Cornavaca, Murillo lidera una "banda de cuatro" que controla los principales aparatos del Estado y del Frente Sandinista.
"Ella no se sentiría segura, y el escenario más probable es una brutal represión para blindar el poder interno", señaló Marín. Esto se suma a la lógica de opacidad y hermetismo que ha caracterizado al gobierno de Ortega, quien ha ocultado información clave sobre temas como la pandemia de COVID-19.
Aunque la eventual muerte de Ortega no garantizaría automáticamente una transición democrática, los analistas coinciden en que su desaparición podría desencadenar una ola de represión y ajustes internos en el régimen sandinista, poniendo en riesgo la estabilidad política de Nicaragua.
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