Los Caballitos de San Juan es una de las tradiciones más queridas y singulares de Venezuela. Es un vibrante reflejo de la historia y el espíritu de su gente. Su origen se remonta a 1903 cuando el entonces presidente Juan Vicente Gómez realizó una visita a Ciudad Bolívar.
Aficionado a los caballos, Gómez fue recibido por los lugareños, conocidos como angostureños, con un homenaje inesperado: un desfile de niños montados en caballitos hechos de palo y adornados con tela y cintas de colores.
La ingeniosa muestra de respeto y cariño conmovió al mandatario, quien en retribución obsequió monedas de plata a los pequeños participantes, sentando así las bases de la costumbre de dar regalos durante esta festividad. Lo que comenzó como un gesto de tributo, evolucionó con el tiempo hasta convertirse en un juego tradicional y una manifestación artístico-cultural profundamente arraigada en la identidad bolivarense, y que fue declarada en el año 2015 como Bien de Interés Patrimonial de la Nación.
Aunque su celebración es para la fecha de las fiestas de San Juan, el 24 de junio, se ha querido fortalecer como parte del vértice tres de la Gran Misión Viva Venezuela Mi Patria Querida para que se cree un sentido de pertenencia de esta tradición, a través de la educación cultural.
De qué se trata
Los caballitos de San Juan no son más que un juguete con forma de caballitos, hechos de palo y tela. La familia Yánez de Ciudad Bolívar ha mantenido, de generación en generación, la tradición de fabricar estos juguetes, desde hace 105 años.
Cabe destacar que los Yánez vienen de una familia de músicos y cultores.
Los caballitos de San Juan se comenzaron a conocer con el homenaje a Juan Vicente Gómez en su visita a Ciudad Bolívar, pero ya la familia Yánez elaboraba desde 1920 estos juguetes, comenta Carlota Yánez, heredera de la tradición.
Cuenta esta cultora que su madre Catalina Yánez los reunía en la sala de la casa y le daba a cada uno de sus cinco hijos una tarea en la fabricación de los caballitos de tela. Unos cosían, otros cargaban los palos de jalisco, mata que nace en los morichales. Otros cortaban las tiras y la señora Catalina pegaba las cabezas a los palos, les ponía los ojos y las amarraba con las “riendas” de tela al palo.
“Mi madre comenzó a hacerlos en 1920 como distracción para cada uno de sus hijos”, comentó Carlota y agrega que empezó regalándolos; pero se regó tanto que cada 24 de junio colocaba en la ventana de su casa los caballitos y la gente llegaba a comprarlos. A lo largo de más de un siglo, la tradición de los Caballitos de San Juan ha sido custodiada por familias y artesanos que se dedican a la elaboración de estos juguetes simbólicos. Es un legado que se ha transmitido por generaciones, preservando así la técnica y el espíritu de esta manifestación.
Una tradición que se dio a conocer como un acto de deferencia política se transformó en una inocente y alegre festividad infantil que celebra la identidad bolivarense.
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