Un pitcheo sin consistencia
El cuerpo de lanzadores de los Leones nunca encontró estabilidad. La rotación abridora fue castigada con frecuencia y el bullpen no logró sostener ventajas. La efectividad colectiva se mantuvo por encima de la media de la liga, reflejando una incapacidad para dominar a los rivales en los innings decisivos.
Bateo intermitente pese a figuras destacadas
Aunque nombres como Wilfredo Tovar (.341 de promedio), Harold Castro (.332) y Yonathan Daza (.319) ofrecieron números respetables, el lineup careció de profundidad. Los Leones dependieron de destellos individuales y no lograron mantener una ofensiva constante. Aldrem Corredor (.309 con ocho cuadrangulares) fue uno de los pocos que aportó poder, pero el resto del roster quedó en deuda.
Falta de producción en momentos clave
Más allá de los buenos promedios de algunos titulares, varios peloteros no pudieron marcar diferencia. El equipo se quedó corto en carreras impulsadas y en batazos de poder, lo que se reflejó en una ofensiva que, aunque tuvo nombres en el top de bateo, no se tradujo en victorias. Brainer Bonaci (.318) mostró proyección, pero su aporte no fue suficiente para revertir la falta de contundencia colectiva.
El papel de José Alguacil
El mánager José Alguacil queda señalado tras esta nueva eliminación. Su gestión no logró corregir los problemas estructurales del equipo y las decisiones estratégicas fueron cuestionadas por la afición y la prensa. Dos temporadas consecutivas sin avanzar a la postemporada representan un golpe duro para una franquicia acostumbrada a competir por el título.
Los Leones del Caracas cierran así una campaña marcada por la irregularidad, con estadísticas que reflejan talento individual pero una evidente falta de cohesión. La derrota parcial ante Cardenales de Lara y la victoria de los Tigres oficializa un nuevo fracaso que obliga a mirar hacia adelante con urgencia y autocrítica.









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