El canciller de Brasil, Mauro Vieira, insistió este
miércoles en que América Latina y el Caribe se mantengan como una “zona de paz”, en medio de la presencia militar de Estados Unidos en la región como parte de su lucha contra el narcotráfico.
miércoles en que América Latina y el Caribe se mantengan como una “zona de paz”, en medio de la presencia militar de Estados Unidos en la región como parte de su lucha contra el narcotráfico.
“Vivimos un momento de creciente polarización e inestabilidad en América Latina y el Caribe. Mantener la región como zona de paz es nuestra prioridad”, declaró el ministro ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, citado por O Globo.
Vieira subrayó que la región es “libre de armas de destrucción masiva, sin conflictos étnicos y religiosos” y que su estabilidad depende de “la preservación de sus valores pacíficos y del rechazo claro a toda forma de militarización”.
Asimismo, reiteró que la posición de Brasil es que “no se puede confundir criminalidad con terrorismo” y recordó que “existen numerosos acuerdos internacionales sobre el tráfico de drogas”.
“Son graves, son serias, las maniobras militares cerca de las aguas territoriales de otros estados del Caribe. Todavía no ha habido, y espero que no haya, invasión del mar territorial de ningún país de la región ni ninguna actividad hostil”, afirmó Vieira, sin citar nombres, en clara referencia al envío de buques militares estadounidenses a la zona.
Las declaraciones del canciller brasileño se producen en un contexto de tensión entre Venezuela y Estados Unidos, que recientemente hundió al menos cuatro embarcaciones en el Caribe, vinculadas —según el gobierno de Donald Trump— al narcotráfico.
De acuerdo con el último balance publicado por la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, al menos 17 presuntos “narcoterroristas” han muerto como consecuencia de estos ataques.
Washington ha incrementado su presencia militar en la región con el despliegue de al menos ocho buques de guerra, un submarino de ataque rápido de propulsión nuclear, más de 4.500 soldados y varios cazas F-35B de última generación enviados a Puerto Rico.
Esta presencia naval constituye la mayor concentración militar estadounidense en la región desde la invasión de Panamá en diciembre de 1989.
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